¡Dénle otro hueso al ojete!
La flaca, que no es tonta, ya sospecha del coiteco,
porque recorre el palacio un penoso chismorreo:
es tan poca su vergüenza que hasta sueña con un hueso.
¡Ay de la muerte si se atonta!, porque carlitos se la chupa…
Igual le agarra un fémur o de la columna la hace suya
pues bien ha demostrado que de esto es capaz
con tal de asegurarse en la nómina una eternidad
No tiene madre el presidente cuando sueña que la gente
andará de ingenua pensando: ¡Dénle otro hueso al ojete!
También escuchó la catrina que este loco coiteco
colocó en sus altares sus más oscuros deseos;
hay que tener cuidado de sus mañas y amarres,
pues su alma está empeñada con aquellos del basurero
La muerte que ronda a diario está espantada de Tuxtla
roban, matan y asaltan, y es raro ver patrullas
faltan luces, tampoco hay agua, y en las calles ya se ha torcido,
mientras aquel iluso se desespera por sí mismo.
¿Quién me quiere? Se pregunta el oportunista de palacio,
ya olvidó que fue idea suya encerrarse a piedra y palo
más su colocho que es tapete le susurra diario al oído:
ande, jefe, busque hueso, o donde nos den cobijo.
La flaca, que no es tonta, ya sospecha del coiteco;
pues apenas le mostró un hueso y vio que no es moreno.
Pero fiel a sus viejas mañas, carlitos anda pensando
engañar a la tuxtlecada mientras aborda otro barco.
Para la flaca es más cierto lo que dicen en palacio:
este malgeniudo está muerto ¡Solo que no le han avisado!