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Ex ediles, un fiasco; son una desgracia para ayuntamientos

A diez como mínimo, “El Amate” les espera pacientemente; hundieron a sus pueblos; hay varios que creen que la suerte los ayudó al ser reelectos, pero el tiempo le dará la razón a la inconformidad ciudadana

 

MdeR / Diario de Chiapas

De los ayuntamientos que concluyeron este 30 de septiembre, hay exmunícipes que por su abuso de autoridad y nepotismo deberían ser llevados al penal “El Amate”.

Desde ahí serían un claro mensaje de que Chiapas ya no puede tolerar a quienes desvían recursos económicos para su beneficio, mientras los pueblos que gobernaron se hundieron más en la miseria y las desigualdades.

No les da vergüenza que sus localidades carezcan de lo básico, y hasta repiten en el cargo, como Juan Antonio Castillejos Castellanos, en San Fernando, quien fue señalado por haber perseguido y despedido a los empleados que no manifestaron su apoyo para esta campaña.

Otro que extravió la vergüenza es Miguel Ángel Córdova Ochoa, quien pretende instaurar su cacicazgo en La Concordia sustituyendo a su hijo, José Miguel Córdova García, en el cargo de presidente.

Esto pese a que el “amigo migue” sólo puede presumir de haberse embolsado recursos de la Secretaría de Desarrollo Social y carecer de escrúpulos. Por eso, en el año 2017, los pobladores exhibieron su bajeza al imponer en la presidencia a su hijo, quien recibió el cargo de su hermano, Emmanuel, ¡Todo un negocio familiar con cargo al erario!

Tal como lo ha hecho Roberto Aquiles Aguilar Hernández en el municipio de Ixtapa, donde impuso a su vástago, Roberto Jordán; una ‘joyita’ de irregularidades y atropellos.

Al mismo tiempo, Roberto Aquiles enquistó a su hija, Iris Adriana, con cargo al erario; la diputada sin mérito sueña ahora con empoderarse más porque su novio, Sergio Luis Zenteno Meneses, es ahora el presidente municipal de Bochil y ella, nada tonta, se anotó como suplente a la diputación federal que encabeza su papá. Esos son los linajes que gobiernan en Chiapas.

Por desgracia para el estado la lista no es corta. Veamos el desastre en seguridad que dejó Jerónima Toledo Villalobos, en San Cristóbal de Las Casas. Doña Jerónima no llegó más a que revolver conflictos y dejarlos peor que su antecesor. A eso ahora le llaman legado.

Y si hablamos de Altamirano es preciso recordar que está convertido en un polvorín por la ambición de poder de Roberto Pinto Kanter, que no sólo pone en riesgo su vida, sino también la de su esposa, a quien impuso como presidenta municipal y la población no la quiere.

David Parada Vázquez solo es un recuerdo en Arriaga. Prófugo desde el año 2019, relacionado con la muerte de un activista, no está claro si podrá regresar al estado y aclarar lo sucedido.

Mientras que en Mapastepec, Karla Erika Valdenegro Gamboa, ganó notoriedad al pasarse de lista y recibir la vacuna contra el COVID-19 cuando aún no le tocaba. Una chusquería que tiene trasfondo, porque en varios municipios los habitantes denunciaron que las autoridades y sus familiares se beneficiaron primero con las vacunas.

Hay que decirlo; muchos de los presidentes municipales son simples gandallas con un poco de poder, pero mientras lo tienen abusan en todas las formas posibles. Moisés Aguilar Torres, de Pichucalco, es uno de esos que se creyó intocable hasta que la Guardia Nacional lo detuvo por la portación de un arma de fuego sin licencia.

Moisés, dos de sus hermanos y dos funcionarios del Ayuntamiento llevaban consigo, ilegalmente, armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas.

¿Será acaso que a punta de pistola verificaba el cumplimiento de las obras en su maltrecho municipio?

Los cinco personajes fueron detenidos ya en territorio tabasqueño, a pocos kilómetros de su feudo en Pichucalco, donde Moisés ya se hacía ‘volando en caballo blanco el mundo’…

¿Y qué decir de Comitán? Donde Emmanuel Cordero Sánchez, fue exhibido por tener la lengua larga y las obras… cortas o inexistentes. Prometió mucho, pero terminó por perder el control de un municipio de los considerados “calientes” por el trasiego de drogas y personas, aunque eso, Emmanuel Cordero, tal vez nunca quiso ver.

La salida de Janet Velasco Flores, en Pantelhó, es un foco rojo para la gobernabilidad que no debe ser ignorado, además de que no es el único; Velasco Flores abandonó el cargo, porque la población la acusó, junto con su esposo Raquel Trujillo, de asociarse con grupos criminales vinculados al narcotráfico.

Sin un documento oficial de por medio que aclare lo sucedido, solo se sabe que dejó el cargo sin explicación alguna, dejando al poblado en una crisis política que podría escalar.

José Luis Laparra Calderón, en Huixtla, es otro de los yerros que Morena abanderó. Involucrado en un escándalo postelectoral, por una candidatura impugnada, Laparra dejó muchos pendientes, tal vez por eso su urgencia por ocupar de nuevo el cargo, pero al menos, en el primer trienio, no cumplió ni con los requerimientos mínimos en materia de transparencia.

Estos exmunícipes no son ejemplo de gobierno. Usaron el poder para beneficio propio, hicieron de la nómina su espacio de contrataciones familiares y lucran saltando entre partidos políticos ¿Qué premio pueden merecer con este historial?

La cárcel, en muchos de los casos, la tienen bien ganada.

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