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La crisis en combustibles que viene

México la tiene difícil con los Estados Unidos de Norteamérica. Jugarle al valiente puede ser catastrófico para la economía nacional y los efectos diplomáticos caerían en un estancamiento peligrosos si se continúa jugando “al gato y al ratón”, ya que, aunque habría otras potencias económicas como China que alzarían la mano para ir al rescate, el país lleva todas las de perder con el mejor socio comercial que se tiene a la vuelta de la esquina. 

Hace una semana, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, dijo que por la guerra en Ucrania y los efectos del cambio climático, los cuales han pegado fuerte en la producción de energéticos, se avecina una severa crisis en las gasolinas y gas natural, lo que elevaría los precios a un nivel inimaginable.

Usted se preguntaría y eso qué y la respuesta a esta interrogación es que México, sin duda, será el más afectado por los berrinches presidenciables de despreciar y hacer el feo a una Cumbre de las Américas, al negar la participación en el más alto nivel, del mandatario mexicano. La razón ya de todos conocidos, es que no se invita a los presidentes de las naciones que gobiernan dictadores de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Lo que no se ha dicho es que aún con invitación y con avión que el gobierno norteamericano les pusiera a estos presidentes en la puerta de su casa, no acudirían porque ya habían adelantado su negativa.

Los daños que se avecinan en el corto tiempo son incalculables, todo por la “borrachera electoral” que se presume y que se piensa erróneamente, le da derecho al Presidente de actuar en esa posición.

Si Estados Unidos ya anunció una crisis energética severa, México tiene la obligación de cambiar de estrategia, pues los precios de la energía se dispararán. Como ejemplo para dimensionar el tamaño del problema es que en el 2021 el valor de la compra de los energéticos de México a los Estados Unidos fue del 33 de lo que el país del norte exporta en una escala del cien por ciento a otras naciones, lo que significa que superó el pago de los 42 mil millones de dólares.

Los gringos son, a pesar de que México sea un estado productor de petróleo y gas al natural, el principal mercado de importaciones. Hoy nuestro país compra el 50 por ciento de la gasolina y el gas natural. Es decir, a nuestro principal socio comercial se le ponen trabas diplomáticas que muy pronto, conociendo cómo se las gastan los norteamericanos, nos la aplicarán.

Ya el gobierno mexicano, para disfrazar la crisis en este sector, aprobó subsidiar los altos costos para que el consumidor final no se percatara del alza en los precios. Es decir, la Cuarta Transformación absorbió los aumentos en el precio del gas y las gasolinas como una maniobra para controlar los efectos inflacionarios.

Si se continúa en esta postura negativa, tarde o temprano se tendrá que negociar para que aminoren los costos de los combustibles, pero es ahí donde el gobierno estadunidense tomará venganza.

El problema más grave es que si la Casa Blanca ya admitió que hay una severa crisis en los energéticos, disminuirá el volumen de las importaciones y ello será un duro golpe para satisfacer el consumo de los millones de mexicanos que hacen uso de su automóvil, por ejemplo, y que requieren gas para moverse.

De acuerdo con especialistas en economía, en lo que resta de 2022, México importará el 67 por ciento de las gasolinas; el 62 en gas natural; el 78 por ciento de arroz; el 55 por ciento de trigo; el 39 por ciento de maíz y el 94 por ciento de soya. Cifras que demuestran el tamaño de la crisis que México tienen en el proceso de extracción el subsuelo del gas y petróleo, y de la agonía en que se encuentra el campo mexicano.

Sin los mexicanos vieran con otra perspectiva cómo se conduce la política social, económica y financiera del país, su exigencia debería ser más enérgica y transparente por parte de quienes gobiernan al país.

Si Estados Unidos nos sale con la trastada de que buscará otros socios comerciales a quien le venda sus productos, entonces la crisis mexicana caerá en sus más bajos niveles. La soberanía energética está en peligro. Ni Dos Bocas ni la refinería en Texas sacarían a México del atolladero. O ¿Venezuela sería la solución? Ojalá los expertos se equivoquen y les demos la razón a los millones de mexicanos que están orgullosos del manejo financiero que hace el presidente Andrés Manuel López Obrador.

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