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“Gato encerrado” en necropsia por caso del niño Damián

El caso del niño Damián cierra la semana con una acalorada agenda mediática que ha puesto a trabajar a las instituciones de mayor jerarquía para no darle carpetazo final. La muerte del pequeño ha sido de las más controversiales en cuanto a su diagnóstico que la sociedad, siempre sabía en estos menesteres, no ha “matado” el caso, pues sabe que “hay gato encerrado” y, por lo tanto, a través de las redes sociales, da seguimiento a cuál será el resultado final.

Desde el mismo trágico día, en la primera semana de febrero, las anomalías han sido tan descaradas que, si no hubiese llegado el presidente Andrés Manuel López Obrador a la capital chiapaneca para presidir La Mañanera y encabezar un evento del Banco Bienestar, el tema hubiese seguido en la oscuridad total.

La Fiscalía General del Estado informó el sábado pasado, sobre la detención del propietario de la guardería Piguin & Babe, Jesús Patrinos Burguete (y ayer viernes puesto a proceso), pero en realidad a nadie convenció no que se haya entregado, sino que el delito por el que se le acusa, homicidio culposo, es una artimaña y una tomada de pelo para los padres del niño, Mauricio y Amparo.

Es decir, que incluso antes de que se “enfríe” el caso, este hombre puede salir de prisión y llevar en libertad el procedimiento penal, aunque la presión mediática obligó a la Fiscalía vincularlo a investigación por 30 días. Lo mismo pasará con su mujer, Brunett Ortega, y los maestros sindicados de cuidar a los cerca de 50 pequeños que aquel día estaban en la escuela, que en realidad es una casa habitación con alberca incluida.

Sin embargo, la gran pregunta es ¿qué hay con la encargada de autorizar el funcionamiento del inmueble si éste no cumplía con la normatividad? Por qué la Secretaría de Educación no ha abierto la boca para informar de quién dependía esta responsabilidad. Si nos vamos al directorio y al funcionamiento que le corresponde a cada dirección o departamento se podría inducir, pero no se trata de señalar.

La secretaria de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Rosa Ícela Rodríguez, asignada por el presidente AMLO como responsable del caso, enviará mañana domingo a un grupo de peritos que analizarán a profundidad el caso. En realidad, no hay que ser especialista para conocer el resultado final, pero, bueno, ojalá cumplan su cometido.

Al tema no hay que darle muchas vueltas. Lo único de lo que se trata es que se diga la verdad, por muy dura que esta sea. Los videos a los que dijo el fiscal Olaf Gómez ya tienen acceso debieron aclarar muchas dudas y esas son, entre muchas de ellas, si Damián en realidad murió ahogado o se atragantó como señala la necropsia.

La base principal de que hay gato encerrado en esta tragedia es precisar porqué el niño tenía la ropa mojada y la sorpresiva muerte del principal testigo respecto a la postura que asumió la directora Brunett Ortega. Es decir, el encargado de darle mantenimiento a la alberca, Ronay, murió a los pocos días, luego de que un “auto fantasma” lo atropelló cuando iba en su bicicleta.

Los padres de este hombre no han querido declarar para no meterse en problemas, un acto que se respeta, pero que al mismo tiempo resulta sospechoso, pues los padres lo primero que exigen es esclarecimiento de los hechos y justicia.

Ahora bien, en este entramado nadie se ha preguntado por qué se ha caído el dictamen oficial de que Damián murió por asfixia. En primer lugar, porque lo que sostienen los papas de Damián es que recibieron el cuerpo del niño con la ropa mojada, es decir, que lo sacaron de la alberca y la hipótesis resulta verosímil si se relaciona con la acción que tomó Brunett Ortega al pedirle a Ronay que la vaciara y éste se negó.

De ser cierto lo anterior, la otra interrogante que habría que consultar a las autoridades o que deben explicar a la familia de Damián y a la misma sociedad es ¿quién le ordenó al encargado de la necropsia asentar otro dictamen que no correspondía con los hechos? No se exagera cuando decimos que uno o varios “peces gordos” deben estar involucrados para ordenar semejante atrocidad.

Si la funcionaria federal hace su chamba como debe ser, tiene la obligación de transparentar qué fue lo que pasó y fincar las responsabilidades que corresponden, ya que, de lo contrario, la credibilidad de un gobierno que se dice honesto y, principalmente, que ya no comete las atrocidades que se hacían en pasado, caerá sobre sus espaldas.

El testimonio de Juan, el maestro que sacó el cuerpo del niño de la alberca, cuando éste ya estaba flotando sobre el agua, tira la postura oficial y lo que los propietarios se encargaron de ocultar. Habrá que esperar qué desenlace tiene este drama que cada día hunde en la tristeza a Mauricio y Amparo, padres de Damián.

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