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El austero PT de Chiapas

Conforme pasa el tiempo, la falsa moral y el discurso demagógico de los políticos va cayendo poco a poco, sin necesidad de ir a la investigación profunda. En el Partido del Trabajo, en Chiapas, es de todos conocido el negocio familiar que hace la camarilla de personajes que encontraron en este instituto su forma de vivir de manera holgada.

Lo que Amadeo Espinosa Ramos y sus secuaces llaman “política” no es más que la forma perfecta que encontraron para enriquecerse a través de la manipulación de las masas. Dos décadas de vivir del presupuesto, de rotarse la Comisión Ejecutiva Estatal del PT, de las curules en el Congreso del Estado y en los ayuntamientos.

Si usted se pregunta hasta cuándo dejarán de succionar el recurso público, podría responderse que todo dependerá de la próxima elección, o de la desaparición de la escena política del presidente de México, quién fue el que acogió a este partido en decadencia para rescatarlo de su casi extinción en el 2018.

El punto central, sin embargo, es qué ha hecho de productivo el PT para las familias chiapanecas. La respuesta es sencilla: Nada. Lo que sí ha hecho es forrarse de paga por las cuotas que amarra en cada elección y del gratificante recurso que les da el órgano electoral para sus ejercicios “democráticos”.

Lo que hay que “agradecer” a la familia petista, encabezada por Amadeo Espinosa Ramos es que su legado ya está en “buenas” manos. Su hijo, Francisco, emuló sus pasos y su abanico de acciones que deben enorgullecer a su señor padre.

Resulta que el primogénito se casó a finales de 2023. Como cualquier ser humano, hizo lo que está “escrito” en la vida: acudir a la instancia legal para estampar su firma y después, acudir a un salón de fiestas para agradecer las muestras de cariño de su gente, de sus amigos y de la grey política con la cual hoy se junta.

Un reportaje digital de la reportera Verónica Vega da detalles de cómo fue el enlace civil de Francisco, quien cumplió al pie de la letra los preceptos que establece la Cuarta Transformación de priorizar la austeridad. En las imágenes que se ven en el perfil del novio, se muestra a la pareja, vestidos de forma elegante, pero sin ostentosidad.

Sin embargo, la familia Espinosa Trujillo sacó a relucir su verdadera filosofía, su status social, se quitaron las máscaras y se descubrió una gran fiesta, no de lujo, fue más allá de lo imaginario: se demostró que los integrantes de dicho partido, por lo menos los que están a nivel directivo -Francisco es suplente en el IEPC-, dejó ver que es un ser clasista, ostentoso, y contrario a lo que dicen los postulados de Morena, su fiesta fue ostentosa, fastuosa, soberbia, digna de un junior que lo merece todo.

Que quede claro, no se critica que se gaste el dinero que se quiera, siempre y cuando se tenga, lo que no concuerda es esa simulación que el PT pregona y hasta se rasga las vestiduras, jurando que no son como los “odiados” de derecha, sí, aquellos que robaron a México y hasta se llevaron su dinero a otros paraísos fiscales.

Si este es el personaje que relevará a su padre en un futuro cercano, entonces o se pudre en dinero, haciendo las mismas prácticas o muy pronto los petistas de hueso colorado sabrán que no son más que una fiel copia de lo que tanto critican se hacía en el pasado.

Los excesos fueron exhibidos con flores excéntricas, las piezas de las mesas solo faltaban que fueran chapeadas en oro. Esta sí que fue una fiesta para no olvidar nunca por parte de la concurrencia pues de austera y sobria no tuvo nada.

La historia sí que es diferente a la que se han visto en otras ocasiones, con personajes de renombre. Ésta, la de un joven que apenas está empezando, no pudo haber salido de la bolsa del novio, pues ahí, como buen padre que debe ser, Amadeo fue el que ni se despeinó para sacar la chequera.

Cuánto costó. Qué importa el precio. Si fue un millón, dos o tres, eso no tiene la menor relevancia. Lo importante es que los invitados atestiguaran que, de este lado, sí se puede gastar a manos llenas, aunque se diga lo contrario. Dicen en el pueblo que malo no es que despilfarres, malo es que digas que no tengas el recurso. Lo que no nos contaron es si en la tornaboda hubo más despilfarro.

Al final, está muy bien que se gasten lo que quieran, lo malo es que se den golpes de pecho, como muy santos, cuando lo que en realidad son unos diablos que echan por tierra el ejemplo de su máximo impulsor y rescatista. Vaya forma de pagar del PT a los principios de mesura y continencia que pregona el presidente de la República.

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