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¡Llegó la hora!

Para mañana domingo, en seis entidades del país se llevará a cabo una nueva elección para elegir a los gobernadores o gobernadoras de dichos estados. Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas serán los escenarios para que la ciudadanía salga a votar y elija a su representante popular.

Atrás quedaron las encarnizadas declaraciones entre uno y otro líder de partido, entre uno y otro candidato. Quejas, acusaciones de injerencia gubernamental, de asociaciones con el crimen organizado. Muchas denuncias, pocas comprobaciones de hechos consumados.

La de mañana, sin lugar a dudas, será el preámbulo que medirá los camotes a la elección presidencial del 2024. La de mañana, también, reflejará cómo queda el mapa político electoral en el país.

Los comicios medirán qué tanto sigue metiendo las manos el gobierno federal. La jornada de este domingo reflejará qué tanto los partidos opositores han afianzado esa alianza que pregonan a los cuatro vientos está más sólida que nunca. El resultado de la elección demostrará si la ciudadanía mantiene vigente el interés democrático por participar con su voto o si el abstencionismo es el rey de todas las batallas.

Votar o abstenerse dará el mensaje final de quién ha sido el mejor candidato o partido que ha hecho bien trabajo. Claro, habría que precisar que la campaña permanente del presidente de México sigue siendo la principal desventaja que tienen los llamados conservadores.

La de mañana, insistimos, nos dirá si los candidatos o candidatas fueron la mejor opción o si fueron desde un principio tirados al ruedo para participar sin la menor posibilidad de ganar. Acá no es válido ese famoso dicho popular de que lo importante no es ganar sino competir.

La del domingo será una jornada intermedia para medir si hay hartazgo, para verificar que los votantes fueron por consigna, por corresponder a los apoyos oficiales o por atender nuevas prebendas. Lo que se calará será el fondo y la forma en que se registran las votaciones.

Es la oportunidad esperada de ver unas elecciones limpias, en la que la ciudadanía salga en familia, sin miedo a ser reprimido. La de mañana, recalcamos, será una jornada que tendrá una balanza para medir la madurez política de los partidos y de la propia sociedad. 

La de mañana reflejará el status en que se posesionaría el tablero legislativo. Hoy en día, así están los congresos de los estados: Oaxaca con Morena, tiene la mayoría absoluta, es decir, más del 50% de los curules; Quintana Roo, Morena cuenta con la primera mayoría (más de un tercio de los asientos); en Tamaulipas tiene la mitad de las diputaciones, ya que el PAN perdió nueve curules en la elección de 2021. En Aguascalientes e Hidalgo la primera mayoría es del PAN, y en Durango, del PRI.

Las encuestas, confiables o no, ya adelantaron resultados. Sin embargo, la especulación debe quedar atrás, eliminarse por completo. No debemos encasillarnos en una pelea entre buenos y malos. Cuando las nuevas administraciones asumen el poder intentarán cambiar el chip, diciendo que se gobierna para todos, pero no es así. Existe reticencia al cambio. Las afrentas no se olvidan tan fácil y justo es ahí donde la politiquería barata hace más daño.

El exhorto para todos los partidos y candidatos es trabajar por su estado, por México. Entendemos que las rencillas, los rencores prevalecen, pero este no es el camino.

Ojalá que quien gane no cometa el mismo error de estar echando culpas al pasado. Si hay delitos que perseguir que se castigue a quien haya hecho mal uso de los recursos públicos o usado el tráfico de influencias para beneficios personales.

De lo que se trata es enmendar errores y que los próximos periodos sexenales sirvan para engrandecer a sus estados, a su gente. Ya es tiempo de que México deje ese último lugar en corrupción, es tiempo de trabajar, planear a futuro, porque seis años para una administración son pocos para concretar proyectos, pero son los suficientes para consolidar los cimientos de un nuevo amanecer con progreso y estabilidad.

Ojalá que los que ganen asuman con humildad su triunfo y los que pierdan tengan la valentía de reconocerlo. Al final de lo que se trata es ver a México empoderado, desarrollado. No hay que perder de vista los verdaderos objetivos por lo que se lucha. La de mañana debe ser el inicio de una nueva historia. ¡Llegó la hora!

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